Protagonistas sociales

El pasado martes 8 de marzo compartimos el primer Green Drinks Buenos Aires del año en Sugar Bar, donde tuvimos el agrado de conocer las historias de vida y las iniciativas inspiradoras de dos emprendedores: Daniel Cerezo, músico, psicólogo social y fundador de CreerHacer, una empresa que busca mejorar la calidad de vida de las personas a través de la integración y la transformación social, y Fernanda Miño, Directora de EnbarriArte, un centro creativo de contención para niños y adolescentes en situación de riesgo.

El primero en tomar la palabra fue Daniel, quien nos acercó algunos detalles y recuerdos de su infancia, la cual transitó en la pobreza más extrema. Nacido en San Juan, llegó más tarde a Buenos Aires con sus padres y sus cinco hermanos con la ilusión de un futuro mejor. Pero las cosas no sucedieron tal como lo habían planeado, ya que se quedaron en la calle y optaron por usurpar un terreno en la villa.

Desde muy pequeño, tenía una gran pasión por la música, específicamente por los ritmos populares. Uno de sus sueños era poder tocar las canciones de Gladys, la Bomba Tucumana con el piano, y este gran deseo fue lo que lo llevó a conocer a Liliana, su profesora de piano, que daba clases de música en el centro cultural de la villa donde vivía. La mujer no sólo le enseñó a tocar diferentes ritmos sino que le abrió un mundo nuevo de posibilidades: le propuso ser profesor del centro cultural. Daniel pensó que nunca podría enseñar porque no se creía capaz de hacerlo.

Más adelante, se dio cuenta de que su carencia iba más allá de la no satisfacción de sus necesidades básicas, “la peor pobreza es la pobreza humana, y la incapacidad que uno tiene de proyectarse”, señaló. La falta de dignidad, el sentir que uno es menos por no tener dinero o no poder ir a una universidad, esa es la peor pobreza.

Para terminar con sus propios prejuicios, desarrolló programas de formación de jóvenes líderes en diferentes villas. Lo principal es “que la persona no sienta que obtuvo el trabajo porque se lo dieron, sino porque se lo ha ganado”. En ese sentido, a Daniel no le gusta la palabra “ayuda” ya que no sólo es cortoplacista, sino que pone a otro en un lugar de superioridad que no existe. “Lo que vale es el intercambio, no el asistencialismo”, indicó.

Más adelante, la vida lo llevó a encontrarse con Tomás Pando, dueño de Paez, quien le propuso ser Jefe de Recursos Humanos de su empresa. Daniel estaba negado a trabajar en una empresa y además, creía que con ese cargo sólo iba a liquidar sueldos, pero Pando, en realidad, lo quería para que escuchara a las personas. A partir de ese encuentro descubrió otras de sus carencias: la pobreza del prejuicio.

Tres años después, Daniel fue nombrado como “Gerente de Cultura y Felicidad” en esa empresa, con presencia en tiendas de varios países. Su cargo le permitió estar en contacto con las personas no desde su cargo laboral, sino desde su lado más humano, desde sus virtudes y sus valores.

Más tarde y superados sus prejuicios, o mejor dicho por él “sus pobrezas humanas”, decidió llevar adelante CreerHacer, una iniciativa que tiene la misión de “formar puentes” entre las empresas, las organizaciones sociales y el Estado.

A partir de diversos programas, impulsa “la generación de valor compartido y la creación de procesos de transformación social desde las bases”. Hay cursos para formar y fortalecer líderes, charlas para entender la coyuntura nacional, entre otros.

Actualmente, los empresarios lo convocan para dar charlas motivacionales a sus empleados y las escuelas de negocios lo buscan para sumarlo a su cuerpo docente ya que además de buenos profesionales, buscan formar buenas personas.

En una segunda parte del encuentro, le tocó el turno a Fernanda Miño, Directora de Enbarriarte, el centro creativo de contención para niños y adolescentes en situación de riesgo ubicado en el barrio La Cava de San Isidro.

Antes de contar los detalles de la iniciativa que lleva a cabo en su propio barrio, Fernanda nos acercó su historia de vida y su propia realidad en la villa, la cual fue el motor para transformar la vida de muchos niños y jóvenes de su barrio. Desde muy chica tuvo que trabajar como empleada doméstica para sostener a su familia compuesta por su mamá y sus 6 hermanos. Este fue el motivo principal por el cual no pudo finalizar con sus estudios secundarios.

Una vez casada con el amor de su vida, decidió volver a la escuela para finalizar sus estudios. A la vez, se formó como profesora de catequesis y, más adelante, optó por realizar una carrera universitaria: Trabajo Social. “La educación abre cabezas, abre almas, abre posibilidades”, resaltó Fernanda.

Hoy Enbarriarte es un espacio donde los niños y jóvenes pueden hacer todo lo que no les permite el espacio reducido de sus casas, es además una manera de sacarlos de los peligros de la calle. “Trabajamos desde el arte como excusa para llegar a los chicos en riesgo social, y para brindarles desde ahí alternativas que ocupen el tiempo que destinan a la calle y a los pasillos de la villa”, comentó Fernanda.

Por último, mencionó algunos de los comentarios que habitualmente le hacen los habitantes de La Cava: por un lado, la resignación y, por otro, las ganas de luchar para salir adelante. Por ejemplo, la naturalización de su propia realidad que los lleva a la resignación, el sueño de irse del barrio y estar mejor, y por último, la posibilidad de transformar esa realidad. Ella apuntó a este último y comentó que es el objetivo de todos los integrantes que conforman Enbarriarte.

“Soy protagonista de este cambio y trato de cambiar a otros”, concluyó.

De esta manera, vivimos otro gran encuentro acompañado de dos emprendedores sociales, hermosas personas que a través de sus historias y proyectos nos inspiran a pensar desde otro lugar nuestros propios proyectos y a accionar para lograr transformar nuestras comunidades.