A los diecisiete años diseñó una estación sustentable para las paradas de los colectivos que busca limpiar el aire de las ciudades. Apenas cumplidos los veinte ¡va por más!
Jóvenes Que Intentan Cambiar El Mundo
Hay personas que pasan toda una vida sin descubrir –o sin buscar– aquello que las motiva, las apasiona, las moviliza. Y hay otras que lo descubren tempranamente. Hay personas que ven pasar el tren desde la ventana y hay otras que corren a la estación para tomárselo. Hay personas que prefieren mirar la vida de reojo y pensar que así va a ser más fácil. Hay otras que son plenamente conscientes de que la inacción también trae infinitas consecuencias. Esas personas son las que hacen la diferencia.
Matías Lichtensztejn ahora tiene veinte años, pero desde los catorce tomó conciencia de la crítica situación en la que se encuentra el Planeta. Así fue como a sus dieciocho años desarrolló un proyecto de estación sustentable que busca limpiar el aire en las ciudades. “Es devastadora la cantidad de personas que contraen enfermedades producidas por la contaminación del aire. Según la Organización Mundial de la Salud 9 de cada 10 personas respiran un aire altamente contaminado, y se estima que 7 millones de personas al año mueren debido a esta causa”, cuenta Matías.
De ahí que se pusiera a pensar en una solución concreta y práctica integrada al espacio urbano ya habitado. Y qué mejor que repensar las paradas de los colectivos. Espacios por los que transitan decenas de miles de personas todos los días.
Bajo el nombre de “Ecocity” Lichtensztejn, quien hace dos años comenzó la carrera de arquitectura, diseñó esta plataforma hecha principalmente por musgo.
Lo sorprendente de esta planta es que absorbe gran cantidad de partículas de polución y las utiliza como nutrientes. Y no necesita riego ni poda frecuentes. Aunque Matías también pensó en esto y por eso la plataforma cuenta con un sistema de recolección de agua de lluvia. De ahí que la estación requiera un mantenimiento mínimo.
“Lo increíble es que cada estación absorbe tanta polución como aproximadamente 160 árboles naturales. Y, además, su disposición a modo de jardín vertical reduce el ruido ambiental”, explica el joven, quien para desarrollar el proyecto antes estuvo investigando publicaciones científicas sobre las propiedades de este musgo y sus aplicaciones, además de haberse puesto en contacto con profesionales expertos en la materia.
La instalación se autoabastecerá de energía a través de paneles solares que la proveerán de iluminación. Tendrá pantallas informativas, enchufes para cargar el celular y un termotanque solar que aprovisionará de agua caliente a las personas que circulen por el lugar.
Dentro de las personas a las que admira, Lichtensztejn menciona a Tadao Ando, un arquitecto Japonés que busca integrar la naturaleza en todos sus proyectos de una manera muy sutil, y agrega: “muchos de los referentes que tengo son profesionales de mi círculo cercano, que me motivan a cuestionarme constantemente y me incentivan a seguir actuando, proyectando e investigando”.
El poder de lo colectivo
Para él, estar en contacto con gente que intenta mejorar la situación actual es algo esencial y motivador que genera un intercambio de ideas y puntos de vista muy interesantes. “El trabajo colectivo implica colaboración, planificación, debate y cuestionamiento. Sin dudas, creo que es y va a ser algo imprescindible para resolver los problemas actuales y futuros”, reflexiona el joven que en su vivir diario intenta hacer coincidir el decir con el hacer, y por eso siempre está atento a no desperdiciar agua y a consumir la menor electricidad posible desconectando o apagando todos los dispositivos que no esté utilizando. También separa los residuos y decide de forma consciente qué productos compra, cómo están hechos y de dónde provienen. ¿Tu círculo cercano comparte tu visión sobre el cuidado del Planeta? “La gran mayoría de mi círculo cercano comparte la visión de cuidar el ambiente conscientemente. Desde mi lugar, me parece fundamental transmitir el mensaje de que haciendo pequeñas cosas podemos lograr grandes cambios”, responde.
Y como es de esas personas de acción que sale a buscar el tren para hacerse cargo de su realidad y de su vida, Matías presentó el proyecto tanto en Argentina, ante el CoPE (Consejo de Planeamiento Estratégico de la Ciudad de Buenos Aires) como en México y en España a raíz de concursos destinados a reconocer y premiar proyectos que respondan a los objetivos de desarrollo sostenible impulsados por la ONU.
Otra de las problemáticas que lo preocupan y ocupan es el déficit habitacional. “Muchas personas no tienen un lugar donde vivir o tienen una vivienda precaria que carece de elementos esenciales para el desarrollo de la vida. Hay que hacer algo lo antes posible”, sostiene. Y por eso este último tiempo estuvo trabajando junto a profesores y estudiantes de FADU en un proyecto: Unidades Habitativas Cooperativas. “Son unidades habitativas económicas y modulares, que pueden ampliarse y achicarse con total facilidad, basadas en principios sustentables y de eficiencia energética”
Para ir terminado (o empezando)
Para finalizar la entrevista, desde Green Drinks Buenos Aires le pedimos a Matías algunas preguntas que la gente no se hace y debería hacerse. Nos respondió esto:
¿Cómo va a influir el cambio climático en nuestra sociedad? ¿Cómo te imaginás el Planeta en doscientos años? ¿Si todas las personas hicieran lo mismo que hacés vos, el planeta estaría mejor o peor? ¿Pensás que parte de tu comportamiento diario perjudica el ambiente? ¿Qué cambiarías para evitarlo? ¿Qué huella vamos a dejar como sociedad y como individuos?
Él cuenta que esas preguntas lo hicieron cambiar y repensar su manera de ver las cosas. “Todo lo que hacemos tiene un impacto, puede ser positivo o negativo. Lo ideal es preguntarse constantemente qué impacto tiene lo que hacemos y cuál es la huella que quisiéramos dejar”, reflexiona Matías, mientras se va a la estación para tomar el tren.